¿Cómo es eso de pánico?
Cuando hablamos del trastorno de pánico, no estamos simplemente describiendo una preocupación intensa o un miedo pasajero. Estamos ante un fenómeno psicológico específico que afecta aproximadamente al 2-3% de la población en algún momento de sus vidas, caracterizado por ataques recurrentes e inesperados de terror intenso que alcanzan su máxima expresión en minutos.
La Naturaleza del Ataque de Pánico
Lo que hace particularmente insidioso al trastorno de pánico es el ciclo cognitivo-fisiológico que lo perpetúa. Esto es lo que ocurre:
Sensación física inicial: Palpitaciones, mareo, náuseas o dificultad para respirar.
Interpretación catastrófica: «Estoy teniendo un ataque al corazón», «Voy a desmayarme», «Estoy perdiendo el control.»
Intensificación de síntomas: El miedo aumenta la respuesta fisiológica, creando más sensaciones alarmantes.
Escalada del ciclo: Más sensaciones conducen a más pensamientos catastróficos.
La Trampa Cognitiva
Lo interesante del trastorno de pánico desde una perspectiva cognitiva es que no son las sensaciones físicas por sí mismas las que producen pánico, sino la interpretación que hacemos de ellas. Las mismas sensaciones pueden ocurrir durante el ejercicio físico o momentos de excitación sin desencadenar terror.
Rompiendo el Ciclo
El tratamiento cognitivo-conductual del trastorno de pánico es eficaz.
Los pensamientos no son hechos, y aprender a reconocer y cuestionar las interpretaciones catastróficas es el primer paso para recuperar el control.
Si sufres de ataques de pánico, recuerda: no estás perdiendo la cordura, no estás muriendo, y no estás solo. Tu mente ha caído en una trampa de interpretaciones erróneas que, con las herramientas adecuadas, puedes aprender a desactivar.